La compra de una vivienda, ya sea de segunda mano o de nueva construcción, implica afrontar además del pago de la misma, una serie de gastos extras entre los que se encuentran los de la notaría. Ha de ser un notario quien establezca de forma legal las bases de la venta y de la compra por ambas partes por lo que es necesario guardar un poquito para hacer frente a sus honorarios.
El contrato de compra-venta es una figura obligada en el mercado europeo desde hace décadas y asegura la legalidad de la venta y de la compra asegurándose de satisfacer a las dos partes implicadas. De este modo, el notario “da fe” de que tanto quien vende como quien compra el inmueble haya revisado las condiciones de la operación y se encuentre conforme con la misma.
Es el comprador quien ha de hacer frente al pago de los gastos de notaría. De ahí que la persona que adquiere la vivienda pueda elegir entre un notario u otro, según sus preferencias. Solo tiene que cerciorarse de que la copia de las escrituras de la casa llegue a sus manos de la mejor manera posible.
Gastos
Los gastos de la operación notarial se centran en la figura del contrato de compra-venta que se denomina en el argot como escritura. El comprador de la casa será quien abone el pago de la operación y quien se lleve a su futura casa las escrituras de la nueva vivienda con su nombre. En el caso de que el comprador haya hipotecado la vivienda, serán dos las escrituras que haya de portar: la de la casa y la de la deuda contraída con la entidad bancaria.
Aunque los precios varían de unas comunidades a otras, el precio de escritura se estipula en función del precio de la casa. En una vivienda de 100.000 euros pagaremos en torno a 500 euros, mientras que si la casa supera los 150.000 euros, el montante ascenderá a 550 euros.
Es importante saber que la operación notarial no concluye los trámites de pago. Será necesario que llevemos a cabo una tasación de la vivienda y que ésta quede inscrita en el Registro de la Propiedad.